Con tristeza dimitió
Esperanza,
con lágrimas rodando rostro
abajo,
con voz entrecortada,
cabizbajo
el semblante, voz queda, sin
pujanza.
Abriose hoy temprano la
alabanza
calculada y ansiosa a su
trabajo,
¡cuán presto comparece el
agasajo
para quien ya no es rival en
la danza!
El mismo desengaño y
desaliento,
idéntico despecho y amargura
que tú sientes, amiga, yo los siento
ante el torpe y cerril
predicamento
de la tan ansiada legislatura
tornada en timorata y descontento.
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