Don Fernando Manzano ha contratado
de chófer de su coche oficial
a su primo, un discreto zagal.
Primo es y, además, afortunado.
Y dice este dilecto iluminado
(Fernandito, ya saben, el cabal)
que su comportamiento es muy moral;
y su primo, su primo y reservado.
Pues hombre, Fernandito, ten cuidado:
tus votantes pensarán que leal
sólo es el que tienes a tu lado;
que es tu primo y cobra un dineral
por llevar coche a un pontifical
nuevo rico y nepótico encumbrado.
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