Aquel juez a quien yo tuve en tanto
y admiré un antaño ya lejano
acaba de perder su mano a mano
y encauzándose va a su camposanto.
Tal ruta la inició por desencanto
con un Felipe-fulero-villano,
para quien fue su gran grano en el ano
y al que no enjauló por duro y canto.
Mas, luego, ¡ay, dolor!, este adalid
de lo justo (con escoro a la izquierda)
fuese y mandolo todo a la gran mierda:
de la Justicia no fue más su Cid
y tornose en patrón de la más cerda
soberbia, de la vanidad más lerda.
Mas, puesto que su sueldo bien cobró,
¡Garzón finito est: sanseacabó!
No hay comentarios:
Publicar un comentario